Sin alabar regionalismos
absurdos, me quito el sombrero ante la gente de esta ciudad.
Si hace seis años nos hubieran
pintado un panorama hacia el futuro como el que tenemos hoy, la gran mayoría
hubiera optado por huir, y sin embargo, aquí seguimos.
Los que nos fuimos volvemos y los
que se quedaron aguantan.
Las cicatrices de la ciudad no le
borran la sonrisa. Respirar plomo no la asfixia.
Para mí es más valiente la gente
que se quedó a trabajar y a superar esta crisis o que se fue porque no tenía
otra opción, que los soldados que fueron obligados a venir a disparar.
Ya estamos tocando fondo; falta
poco para empezar a levantarnos.