¿Qué es lo que más extraño?
De todo un poco, irse de un lugar querido siempre deja una
capirotada de emociones. Pienso en la gente, en la ciudad y en los proyectos.
No olvido la rutina en que coincidían volcanes, mercados, catedrales,
pirámides, lugares con primaveras eternas…
Pero extrañamente, la nostalgia es intermitente. No hay una
añoranza depresiva porque el ciclo es muy maleable, lo que fue volverá a ser. Y
así, contradiciendo constantemente a José José, me convenzo de que el regreso
es inminente y esta pausa es necesaria.
Estoy viviendo en un lugar que quiero mucho, encontrando la
riqueza en lo más simple y aprendiendo de personas muy valiosas.