martes, 28 de julio de 2015

Taxco

Taxco lucía hermoso, el clima se había puesto guapo y los techos rojizos coloreaban el paisaje montañoso. La ciudad que enamoró a los Cortés y a los Borda, lugar de devoción muralista y capital del arte orfebre era el centro de la composición del retrato.

La contemplación no era pasiva porque en todo momento, la postal iba acompañada de tu presencia. Había una belleza inmensa que abrazaba las vivencias. Taxco estaba ahí, quieto y silencioso. Tú aparecías como el alma del viaje, iluminando al pueblo y a mi corazón.