sábado, 5 de diciembre de 2015

Cumbia

En América Latina hay muchas lenguas y en todas se canta. El mestizaje de la región no se limita a procesos históricos o demográficos, Latinoamérica también sabe y suena. El buffet de expresiones es gigante, pero si hay un género que acompaña desde el taco hasta la empanada es la cumbia.

En Monterrey hay acordeones que se escuchan hasta Cartagena e incluso en regiones tan jóvenes como La Laguna existe una tradición cumbianchera importante. En muchas ocasiones son precisamente los ritmos y las rimas los que fortalecen los lazos identitarios. Quizás no sea coincidencia que la cumbia y el realismo mágico provengan de la misma zona y combinen con todos los acentos.

Hace unos días la UNESCO reconoció al vallenato como Patrimonio Intangible de la Humanidad. Esto, al igual que el reconocimiento homónimo para la comida mexicana, merece un brindis. No importa si es con aguardiente o con sotol, que choquen los vasos y las caderas. 

jueves, 3 de diciembre de 2015

¿Dónde está México?

En México, desde que estudiamos geografía en la primaria, aprendemos que nuestro país está ubicado en Norteamérica. Con el tiempo se van sumando argumentos: tenemos un Tratado de Libre Comercio de Norteamérica; en el futbol existe un clásico norteamericano contra los estadounidenses; nuestros cineastas dan sermones en los Óscares y sus turistas se broncean en nuestras playas; vivimos el sincretismo del Mc Burrito y el Taco Bell; nos convencemos de que al menos, en cuestiones pop, formamos parte de la misma región.

En otras partes del mundo la apreciación es diferente. En Europa, por ejemplo, la mayor parte de la gente ubicaría a México en Sudamérica o quizás, en un ambiente académico señalarían el centro del continente para describir la ubicación geográfica de nuestro país. Hace muchos años acepté esa discrepancia, pero cuando tengo que referirme a nuestra región prefiero hablar de América Latina. Si la persona con la que dialogo insiste en discutir de demarcaciones, le aclaro los puntos del primer párrafo.

Hace trece años, mientras estudiaba la secundaria en Barcelona, un profesor intentó explicarme por qué en su clase de geografía aprenderíamos que México estaba en Sudamérica. Me lanzó varias preguntas: ¿En México habláis español o inglés? – A lo que yo respondí, español. – ¿Y sois un país desarrollado o en vías de desarrollo? – Le contesté que la segunda opción. – Para rematar con un argumento weberiano me preguntó: ¿Sois católicos o protestantes? – Escondiendo mi agnosticismo porque el colegio era de monjas, le dije que éramos católicos.

Las preguntas del profesor fueron como una llave mayéutica que no dejó espacio a dudas. Todo el salón, incluido yo, aceptamos que América estaba partida en una mitad anglosajona y desarrollada, y otra que hablaba lenguas romances y le echaba ganas a su economía. Sin embargo en ese argumento se escondían muchos indicios eurocentristas: ¿El desarrollo económico definía la pertenencia a una región? ¿Norteamérica hablaba inglés y Sudamérica español? Al profesor se le habían olvidado Québec, Belice, las Guyanas, Brasil y muchas islas suspensivas.

Si existe algo que homologa al continente no son idiomas sajones o latinos, sino lenguas indígenas. En el caso específico de Norteamérica resulta interesante que hasta hace relativamente poco el suroeste de Estados Unidos hablaba español y Alaska ruso. Muchas ciudades de Louisiana y sus estados vecinos se pronuncian en francés, incluso existe una cultura cajun francófona (que también come y canta en este idioma). De ahí podemos saltar hasta Canadá, donde el francés es co-oficial, se habla en una buena parte del país y se aprende en las escuelas.

El español, por su parte, le da nombres a muchas ciudades y ciudadanos estadounidenses. De hecho nunca se dejó de hablar, hoy en día es posible encontrar hispanohablantes en prácticamente todos los estados de la unión. Pronto, Estados Unidos será el segundo país con más hablantes de español en el mundo, más que Colombia, Argentina o incluso España. Los Ángeles es la segunda ciudad con más mexicanos, delante de Guadalajara o Monterrey. El país más rico del planeta es prácticamente bilingüe y más que renegar de ello, debe de ser motivo de orgullo.

Norteamérica no es homogénea ni habla sólo inglés. Es una región muy grande, en términos geográficos y culturales. El Caribe, Centro y Sudamérica tampoco se pueden reducir a interpretaciones simplistas. Por eso no es justo partir al continente en dos con argumentos que generalizan o invitan a los estereotipos. Hay una América Latina, grande y compleja, que llega desde Tijuana hasta la Patagonia. Y hay además varias regiones que pueden servir de guía para viajeros y estudiosos perdidos en la inmensidad del continente.

¿Dónde está México? La primaria y la vida me han enseñado que está en Norteamérica y también forma parte de América Latina. 

viernes, 2 de octubre de 2015

Clima inglés

Siempre había escuchado que el hecho de no ver el sol por mucho tiempo podía influir de manera negativa en el estado de ánimo. A lo largo de mi vida he pasado temporadas grandes en lugares sumamente fríos, pero ninguno tan nublado como esta isla.

El ambiente y el cielo son grises. Hay destellos de calidez en la gente, pero la geografía determinó que aquí el sol sería un recurso escaso y lujoso. Casi siempre hay que escoger entre un interior con luz artificial o un exterior lluvioso.

El día y la noche pueden tornarse extremos y condenar a la gente a encierros prolongados. Pero hace poco me di cuenta que a pesar de la adversidad climatológica, tu voz iluminaba. No importaba si era medio día o media noche.

El hecho de oírte pronunciar unas palabras era suficiente para sacarme una sonrisa. Y me atrevo a decir que eso sería contagioso; si cualquier anglosajón con cara larga te oyera, se pondría feliz. No me quiero imaginar otros sentidos. Oler o ver a esa persona tan bella que está al otro lado del teléfono y del mundo, ya sería un escándalo.

Qué poderosa y tramposa es la mente, que con percibir que estoy contigo, aunque sea de manera virtual, ya no siento necesidad de masticar comida picosa ni de escuchar acordeones.

Eres lo que ilumina el cielo que veo todos los días. 

martes, 29 de septiembre de 2015

martes, 28 de julio de 2015

Taxco

Taxco lucía hermoso, el clima se había puesto guapo y los techos rojizos coloreaban el paisaje montañoso. La ciudad que enamoró a los Cortés y a los Borda, lugar de devoción muralista y capital del arte orfebre era el centro de la composición del retrato.

La contemplación no era pasiva porque en todo momento, la postal iba acompañada de tu presencia. Había una belleza inmensa que abrazaba las vivencias. Taxco estaba ahí, quieto y silencioso. Tú aparecías como el alma del viaje, iluminando al pueblo y a mi corazón.

viernes, 22 de mayo de 2015

Lagunas peatonales

Todos somos peatones en algún momento del día. Si aceptamos la definición de la Real Academia de la Lengua Española para la cual un peatón es una “persona que va a pie por una vía pública” podremos identificarnos con esta categoría. Del autobús al pupitre, del café mañanero al escritorio o del freno de mano al tenedor, todos caminamos de manera cotidiana.

En estos desplazamientos existen elementos físicos y simbólicos. Nos movemos pero también observamos, procesamos información y dialogamos con el entorno. Caminar en un contexto urbano es entonces una experiencia rica y compleja. Después de esta breve reflexión es necesario preguntar: ¿Cómo caminamos los laguneros?

No es fácil desplazarse a pie en la región ya que, al igual que en otros campos, las adversidades abundan. En un día veraniego se pueden superar los 40°C y si a esto se le suma la falta de árboles o construcciones que proyecten sombras es entendible que caminar parezca incómodo y se busquen alternativas.

Además de las condiciones climáticas, la infraestructura para los peatones se encuentra sumamente deteriorada. Caminar por las banquetas laguneras es una aventura digna del parkour. Las aceras accidentadas se convierten en micro cordilleras que dificultan el paso a los peatones y anulan a las personas con capacidades diferentes; el paisaje urbano es violento con el peatón.

También es necesario hacer referencia a la cultura vial de nuestras ciudades. Los pocos pasos de zebra que existen son invadidos por automóviles de manera constante, las banquetas se convierten en estacionamientos y la falta de señalización obliga al peatón a estar en alerta constante. El verde, el amarillo y el rojo son engañosos en todo momento.

El pésimo estado del pavimento y la cantidad absurda de baches son poca cosa comparados con el deterioro de los espacios para peatones. Y una de las cosas que más deben de indignarnos es que la balanza del gasto público se encuentre tan desequilibrada. El 86% del Presupuesto de Egresos de la Federación destinado a movilidad en 2014 se aplicó a la infraestructura vial. Se consiente mucho a los automovilistas y se descuida demasiado a los peatones.

Todo lo anterior provoca que el simple acto de caminar no sea algo sencillo de realizar en La Laguna. Las condiciones climáticas no se pueden cambiar, estamos en medio de un desierto y tenemos que aprender a convivir con él, pero los obstáculos simbólicos sí son moldeables. El clasismo y la hiper comodidad contribuyen a que el espacio público quede en desuso y los peatones queden fuera del discurso, pero la mejor noticia es que todo esto es reversible.

De hecho en la región contamos con casos de éxito bastante recientes. Uno de los medios de transporte que más se ha posicionado en los últimos años es la bicicleta y la bicifilia no fue espontánea, si no que siempre ha ido acompañada de grandes esfuerzos de la sociedad civil organizada. A pesar de que la bicicleta siempre ha representado un medio de transporte práctico (ya sea con fines recreativos, de transporte o de otros tipos) hasta hace poco el uso de la misma se encontraba muy rezagado en nuestra región.

Pasamos de ser una zona metropolitana en donde la bici era tachada como algo marginal a ser una región en la que cada semana miles de ciclistas salen a las calles y el Ayuntamiento se ve forzado a adoptar principios tan innovadores y necesarios como la Visión Cero. A pesar de que aún falta muchísimo camino por recorrer, los distintos grupos de ciclistas han participado de manera muy activa en la construcción de ciudad y le han enseñado al resto de la ciudadanía que la calle es y debe de ser de todos.

El ejemplo de estos grupos puede ser de gran ayuda para los peatones. Se deben de fomentar políticas públicas que beneficien a este segmento mayoritario y para esto debe de existir presión. Se debe aumentar el volumen de los reclamos pacíficos y de las propuestas, ya que tanto al gobierno como a la sociedad civil nos corresponde conciliar las diferencias entre los distintos medios de transporte y replicar las buenas prácticas en la cultura vial.

Pronto vienen el 2º Congreso Internacional del Peatones, la edición de Moreleando de junio (en donde estará presente Peatónito) y Biodiversa. En el próximo artículo prometo exponer las propuestas que vayamos compartiendo en estos foros. Por lo pronto nos invito a que todos nos pongamos en los zapatos del peatón.