sábado, 21 de junio de 2014

Personajes

Carlo era del Ruhrgebiet, nunca le pregunté por su pasado, la buena onda fue inmediata. Una mañana volviendo de la fiesta lo saludé con la mano y con la cerveza, hablamos y gesticulamos, nuestra lingua franca fue el alcohol.
Cada fin de semana me encontraba a Carlo en su banqueta, listo para entonar conmigo alguna canción de los Beatles, nuestra favorita era Ticket to Ride.



Osmairo era un guitarrista de la colonia Narvarte, además de cuidar a su mamá soñaba con proyectos utópicos: coches anfibios, instrumentos surrealistas, paz en el mundo.
Compartimos palomazos y conversaciones en los cafés del parque. Incluso Reno le ayudó a grabar algunos sencillos con su productora Little Room Records. La primera vez que Osmairo se escuchó a si mismo en una grabación nos regaló una de las sonrisas más bonitas y sinceras que recuerdo.



Alí vendía kebabs, me enseñó a decir frases en turco y alemán. Como era kurdo, tenía una fascinación extraña por Emiliano Zapata. El picante de sus platillos siempre fue el sustituto perfecto a las salsas mexicanas.
Alí fue el culpable de varias amanecidas gracias a su horario madrugador y al bajo precio de sus cervezas.



El Rocker de Gari fue de los pocos músicos que le fue fiel a su género en la mismísima Plaza Garibaldi. Se formó un sequito de fans entre los que estábamos nosotros. Las noches de trompetazos que se brincaban la frontera con el amanecer desaparecieron por una redada de la policía capitalina. La plaza se convirtió en un lugar desolado, con más oferta que demanda y muchos mariachis sin chamba; pero eso sí, lista para recibir a los turistas.
El Rocker dejó la plaza como muchos otros, no sin antes imprimir tarjetas de presentación con una foto de la sesión que el buen Vic le regaló. 


viernes, 20 de junio de 2014

Queixa

Ucrania, Nigeria, Venezuela, Irak, el país…

Michoacán, Tamaulipas, la esquina…

Mundial, reformas, migración, el corazón…

¿Y si dejamos de nadar contracorriente? Quizás es posible aceptar las paradojas macabras de la vida y sumergirnos en el mundo contradictorio que nos tocó. 

Pero.

Basta con que se asomen indicios de injusticia o que se toquen fibras frágiles que recuerden sufrimientos cercanos para que se encienda la chispa de la nostalgia a las ideas de liberté, egalité, fraternité. Somos unos románticos asimilados, mescolanza posmoderna, masa crítica y criticona que aún guarda recuerdos empolvados de teorías y movimientos que reclaman algo más.

Ya sea por convicción o por moda, tenemos que seguir siendo necios.