El sueño de todo lagunero y lagunera es poner un negocio de
gorditas fuera de la región. Sabemos del potencial de este platillo, es simple,
combinable y económico. Hemos convivido con él desde que somos pequeños y
nuestro paladar ya es experto en la cata de guisos forrados en harina.
Para los chilanguneros el proceso ha sido lento, pero poco a
poco hemos tenido más oportunidades de acceder a nuestro platillo regional. Hace
pocos años se abrió una sucursal de gorditas cerca del Monumento a la Madre,
más recientemente se inauguró un nuevo lugar en la Escandón y por último
escuchamos de la venta de gorditas en la Colonia del Valle.
La gordimanía no es una simple moda gastronómica. Nos habla
de un fenómeno más grande e interesante: en los últimos años muchas personas de
La Laguna han llegado a la Ciudad de México y se han establecido (casi todos y
todas) en un perímetro que abarca de Reforma a la del Valle, abrazando muchas
colonias: Juárez, Cuauhtémoc, Condesa, Roma, Escandón, Narvarte, Nápoles...
Si a esto le sumamos que la mayor parte de las personas que
se han desplazado al DF son jóvenes (entre los veintes y los treintas) que
buscan espacios propositivos para pasar el rato, tomar o comer, tenemos la
oferta y la demanda servidas.
Como consumidor y como lagunero me siento feliz de tener
gorditas cerca, pero creo que aún podemos ir más allá. Usar esos lugares para
convivir, seguir los partidos del Santos (o cualquier otro evento) e
intercambiar experiencias nos puede ayudar a crear un sentido de comunidad que
muchas veces es difícil de construir. Esto puede ser de gran ayuda para los
recién llegados.
Dejando a un lado cualquier juicio de valor, contamos con un
espacio institucional (La Casa de Coahuila), un espacio virtual (Laguneros en
el DF) y ahora con varios espacios “gastronómicos” alrededor de los cuales
podemos ir construyendo el sentido antes mencionado, asistiendo ya sea para
interactuar o simplemente para comer.
Me parece
chingon que aun siendo una región tan joven contemos con un platillo tan
arraigado y que podamos seguir reproduciendo esa tradición en otras latitudes. A
comer gorditas se ha dicho.
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