En América Latina hay muchas
lenguas y en todas se canta. El mestizaje de la región no se limita a procesos
históricos o demográficos, Latinoamérica también sabe y suena. El buffet de
expresiones es gigante, pero si hay un género que acompaña desde el taco hasta
la empanada es la cumbia.
En Monterrey hay acordeones que
se escuchan hasta Cartagena e incluso en regiones tan jóvenes como La Laguna existe
una tradición cumbianchera importante. En muchas ocasiones son precisamente los
ritmos y las rimas los que fortalecen los lazos identitarios. Quizás no sea
coincidencia que la cumbia y el realismo mágico provengan de la misma zona y combinen
con todos los acentos.
Hace unos días la UNESCO
reconoció al vallenato como Patrimonio Intangible de la Humanidad. Esto, al
igual que el reconocimiento homónimo para la comida mexicana, merece un
brindis. No importa si es con aguardiente o con sotol, que choquen los vasos y
las caderas.
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